Carta de Navidad

Querida Lucía.

Te escribo después de la cena de Nochebuena. Sé que hace tiempo que no os he escrito. Lo sé. Estar fuera de casa en estas fechas te pone muy triste. Para mí lo peor de esta situación es no poder veros a ti y al pequeño Gabriel. Espero que, a pesar de mi ausencia, la hayan pasado bien juntos en familia. Por mi parte, tuve un día un tanto curioso con el resto de mis compañeros.

Esta mañana, me desperté sobresaltado por el escándalo que se estaba formando fuera de la tienda de campaña. Decidí salir rápido por el alboroto y al instante pude ver con asombro, cómo una decena de hombres adultos, alegres como niños, hacían un árbol de Navidad adornado con decoraciones improvisadas, hechas por ellos mismos. Por un momento me hizo olvidar que estaba separado de vosotros, hasta se me enfrió la taza de café que había preparado al participar en la decoración del árbol. Les propuse decorarlo recortando muñecos usando la pila de papeles que teníamos guardados e iluminarlo con unas pocas velas que no utilizábamos. Realmente era un arbusto pero nosotros lo llamábamos árbol. La magia de la navidad supongo.

Cuando terminamos, mis compañeros, con una desmesurada alegría, comenzaron a cantar todos los villancicos que se sabían. Incluso mi sargento sacó una guitarra y nos animó para que el resto lo siguiéramos. Sabes que soy una persona muy tímida y que no suelo participar en este tipo de cosas. Pero deberías haber estado aquí porque contándolo jamás te lo creerías. Ahí estaba yo. En el centro del coro cantando a viva voz y bailando con el resto, sin mostrar vergüenza alguna y sin preocuparme de lo que podrían estar pensando los demás. Ahí nos encontrábamos un gran grupo cantando y danzando totalmente contentos con la gran inocencia que supone un día así. Por un momento tuve la pequeña esperanza de que pudierais estar junto a nosotros y el resto de sus familias, disfrutando del feliz momento que estábamos viviendo.

Pasaron varios minutos cuando fuimos interrumpidos por un par de personas. No hablaban nuestro idioma y fue complicado entendernos. Con unos cuantos gestos y algunas palabras ininteligibles llegamos a la conclusión de que lo más probable es que se hubieran separado de su grupo. Sin importar mucho la situación en la que nos encontrábamos, y aún con la barrera del lenguaje en nuestra contra, sorprendentemente estábamos compartiendo risas con estas dos personas, quienes después de insistirles para que también bebieran con nosotros, comenzaron a cantar unas extrañas canciones y bailando sus danzas populares. Estuvimos aprendiendo de ellos y ellos de nosotros. En ese momento la comunicación entre nosotros parecía más sencilla. Me pareció extraño porque, en otra situación, el idioma nos hubiera impedido una mejor comunicación y lo más probable es que no les hubiésemos podido ayudar. Pero en un día como hoy, creo que nada era imposible.

Sé perfectamente lo poco que te gusta compartir con Gabriel donde estoy y lo que estoy haciendo. Entiendo que es muy pequeño todavía para aceptarlo. Pero te aseguro que hoy, solo hoy, si estuviera aquí, se lo habría pasado increíblemente bien. Se reiría al ver mi cara después de recibir el impacto de una enorme bola de nieve por parte de nuestros nuevos amigos. Sabes perfectamente lo poco que me gustan este tipo de juegos, pero, ver sus caras de asombro cuando también fueron víctimas de estos ataques nevados no pude contenerme y soltar una enorme carcajada mientras me vengaba de mi estimado agresor. Tendrías que haberlo visto. Un enorme grupo de adultos jugando a tirarse bolas de nieve mientras se perseguían los unos a los otros. Además, otro grupo se propuso hacer una competición de muñecos de nieve. Le habían echado un enorme esfuerzo para crear un gran muñeco de nieve. Incluso uno de ellos, para hacerlo más gracioso, se quitó el uniforme para ponérselo a su muñeco No sabes las risas que nos echamos todos al ver un muñeco más grande que el árbol de navidad con una camisa que le quedaba totalmente apretada, ¡Parecía que iba a explotar en cualquier momento!

Pero poco le duró el uniforme a nuestro helado compañero. Nos lo habíamos pasado tan bien jugando y riendo que no nos dimos cuenta de la llegada de la noche acompañada de un gélido frío, en ese instante notamos que el hambre también vino a hacer compañía, por lo que decidimos cenar todos juntos, como una gran familia. Estoy cansado de comer siempre el mismo menú. Pero esta noche me supo totalmente diferente. Disfrutaba de cada bocado mientras escuchaba a mis compañeros contar disparatadas historias de navidades anteriores. La velada transcurría muy bien. Sin embargo, uno de los extranjeros, el más joven de ellos, se puso a sollozar. Su compañero, que aparentaba mucha más edad, le consolaba de manera casi paternal. Sentí una enorme empatía por él, tan joven y tan lejos de su familia en un día como éste. No me gustaría ver a Gabriel en esa situación.

Poco tiempo después vimos luces fuera de la alambrada. Un automóvil se aproximaba al control de seguridad. Del interior descendieron dos hombres extranjeros. Deduje que debían ser sus compañeros. Mostraban en sus rostros gestos de cansancio. Seguramente habrían estado todo el día buscando a estos dos desgraciados. Además, se les veía con mucho frío. Decidimos invitarlos a sentarse junto al fuego y les ofrecimos la comida que nos quedaba. Incluso le dimos fruta que teníamos guardada. Uno de ellos nos dio las gracias en nuestro idioma, pero no sabía muchas más palabras y con varios intercambios de gestos, continuamos nuestra peculiar charla. Pasó una hora cuando se dispusieron a marcharse. Estrechamos nuestras manos y, cada uno en su lengua, nos deseamos feliz Navidad, como si esa frase fuese un lenguaje universal. Nunca esperé que pudiera pasar una navidad tan agradable lejos de casa.

Deseo que hayáis pasado una Navidad igual de feliz, a pesar de nuestra común ausencia. Lamento no poder escribir más, pero solo pude rescatar algunos papeles que nos sobraron de las decoraciones. Mi sargento nos dio instrucciones para recoger nuestras cosas y reunirnos con nuestro pelotón. Deseadme buena suerte. Espero que pronto acabe toda esta cruel guerra y podamos volver a estar juntos.

Feliz navidad.

Scroll al inicio